La política actual es un chiste, pero sin gracia y con olor a culo, una farsa con luces LED, influencers metidos a candidatos, discursos reciclados y un público que solo aplaude cuando hay hueso o chayote. Todo es pose y todos se creen diferentes mientras repiten las mismas pendejadas de siempre.
Los políticos de antes robaban con corbata y cara seria. Los de ahora lo hacen bailando en TikTok. Antes te mentían con un discurso; ahora te mienten con un filtro de perro. Pero no nos hagamos pendejos, el público también cambió. La Generación Z grita “revolución” desde su iPhone, exige cambio social desde Starbucks y presume conciencia política mientras se toma selfies con pancartas hechas por su mamá. No los culpo del todo. Nacieron en un mundo ya jodido, con salarios de mierda, gobiernos corruptos, el planeta hecho ceniza y una sociedad que les dice “sé tú mismo” mientras los mide por likes ¿Cómo no iban a estar hasta la madre? Pero una cosa es estar harto y otra es creer que subir un meme con fondo rojo y tipografía punk cambia el sistema.
La Generación Z se convirtió en su público más participativo: aplauden, se indignan, cancelan, se ofenden, pero no se mueven. “Haz conciencia”, dicen, mientras firman peticiones digitales y creen que eso es activismo, la rebeldía de sofá, el revolucionario de pantalla porque mientras los morros creen que están cambiando el mundo con hashtags, ellos siguen firmando contratos, robando presupuestos, sonriendo en conferencias. Es una danza perfecta entre cinismo y distracción. Pero también hay que decirlo: la Generación Zombie tiene fuego, solo falta que usen esa energía para quemar de verdad lo podrido, no solo para hacer fogatas simbólicas en X (tuister), lo más probable es que el sistema se los trague también, los vuelva influencers, los compre con una beca y los convierta en otro costal de mierda con perfil verificado.
La política está muerta, lo que vemos hoy no es política, es necrofilia institucional: viejos podridos besando el cuerpo tieso del sistema mientras los morros aplauden creyendo que es progreso, les hablan bonito, les tiran slogans color pastel, los invitan a marchas patrocinadas y les dan becas para que se crean activistas. “Tú puedes transformar el país” les dicen, mientras les meten el chostomo.
El problema es la humanidad entera, esta especie ridícula que necesita aprobación y chiqueos para sentir que existen, la política no va a salvarnos y al chile los jóvenes tampoco. Nadie va a salvar a nadie. Esto ya se acabó. Solo queda ver cómo se derrumba todo, con una cerveza en la mano y una sonrisa amarga. Porque, al final, el mundo siempre fue un paseo temporal y nosotros solo somos otra capa más del relleno.
Mis amigos los mazapanes traen una consigna de mentir descaradamente con fake news y viles y asquerosas mentiras según para confundir al profano, dicen que si el ser común ve esta confusión no poda distinguir entre verdad y mentira. Es una buena idea si se aplicara en el siglo XIX, pero hoy en la época del internet, solo se ven como verdaderos estupidos y pendejos.


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