Mi Tigro era rebelde, era muy arriesgado, el era muy diferente a su hermano: el Doctor Blanco.
Un día lo fuí a rescatar de un árbol, a las 6:25 am. Ahí me ven con una escalera, trepado al árbol para bajar a ese michi explotador.
Si salí bastante tardes a buscarlo y noches con mi familia a gritar en las calles. No está.
El llegó más lejos, su hermano el doc ya había salido pero el llegó nomás a la calle, Tigro era explorador, le gustaba la aventura y se atrevió a más. Un día se aventó desde la ventana de segundo piso.
Al Tigro le gustaba mi aceite de cannabis y la fruta, era muy apegado a mi. Incluso más que doc. Me amaba con intensidad. Era yo.
Un día de pronto en una noche lluviosa, mientras yo dormía: se fué y no volvió.
Un día, de la nada. En medio de la tormenta.
Un día, desperté y ya no estaba.
Así de pronto.
Un día así nomás.
Hoy sigo esperando que regrese aunque no lo sé.
Puede ser.
Voy sanando y resignandome a qué ya se fué. Duele mucho eso, duele mucho asimilarlo. No puedo soportarlo. Y más por la impotencia de no poder hacer nada.
Ojalá una nueva familia lo haya adoptado y lo hagan inmensamente feliz.
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