domingo, 28 de agosto de 2022

El Mundo está Enfermo


Ando de visita en Guanajuato, cuna de leyendas y mitos, lugar donde abundan los empleos injustos para los locales, lugar donde nadie ofrece sueldo alguno a los guías de turistas y seguramente ni seguridad social les dan. Obvio. 

Es un lugar que se siente lúgubre, atormentado por sucesos previos dónde abundó el esclavismo y la injusticia promovida por la iglesia y la avaricia, los lamentos de los ayeres aún se sienten en cada esquina y cada callejón. España por fin paga todos los atropellos del pasado y según sé, pronto la historia les pasará factura.


Para mí hubo prácticas en el pasado que dejaron marcada la historia que pide justicia a gritos, a gritos silenciosos. Entiendo que justifiquen los cuerpos resecos y conservados por las tradiciones y formas de sepultar a los difuntos, pero ¿alguien me podría decir porque le darían sagrada sepultura a un gato para que acabe en las mismas condiciones?


La explicación podría ser otra, probablemente sea el silicio o el agua. O bien una intoxicación común de aquellos tiempos, algo así como las armas químicas que actualmente siguen usando. No sé, pero me gusta creer que la historia es una linda mentira y que pensando mal acertaremos. 

Por otro lado las poses de las momias me trajeron una nueva teoría, probablemente el alma ya había abandonado la materia pero el cuerpo sigue sintiendo aún después de muertos. Algo así como cuando le mochas la cabeza a un animal y sigue moviendose por un tiempo. Creo que el cuerpo aún siente dolor, frío, miedo y angustia aún después de cadáver. No por nada los forenses y muerteros (los que preparan los cadáveres) ya están acostumbrados a oír lamentos y quejidos de los occisos mientras los recogen, analizan o preparan. 

Ese pensamiento me hace dudar si quiero ser cremado o no al partir. Puede que ya no sienta, pero puede que si, solo lo sabré el día de mi muerte. No olvide querido lector leer los mensajes que nos traen los pajaritos pero no llamé mucho la atención o acabará en la hoguera cómo las brujas de los ayeres. 




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